LA MALDICIÓN SOBRE LA SEXUALIDAD EN LA ADOLESCENCIA



Varios autores contemporáneos coinciden en que en la sociedad actual se ha producido una caída del padre; que la ciencia lo ha vuelto innecesario, que el mercado ha corroído su autoridad, que la eliminación de la relación sexual en los asuntos de parentesco (esto es la parentalidad) caracterizaría nuestra modernidad [1]. Siguiendo la misma línea de coincidencia podemos hallar también el acuerdo que sostiene que hoy en día “no hay más vía legítima para entrar en la sexualidad" [2]. Esta última idea tendría como fundamento la consideración de que las relaciones sexuales entre los adolescentes del presente siglo, ya no estarían regidas por la autoridad paterna, sino por el imperativo de goce al que somete la ley mercantil [3][4].
El objetivo del presente trabajo consiste en cuestionar estas certezas a través de un primer y breve recorrido teórico por diversas fuentes que dan luz sobre la temática de la pubertad, la sexualidad y la ley.
-Se ha construído un breve resumen de las distintas concepciones de la sexualidad a lo largo de la historia que puede ser consultada en el Anexo de la monografía-.


¿Caída del padre en la sociedad actual?
Se escucha en boca de diversos autores que el padre ha caído a causa del “avance del discurso de la ciencia, que reduce al padre a lo meramente biológico (hoy no es necesario un hombre ni un padre para tener un hijo y para constituir una familia) y el avance sin tregua del discurso capitalista, que produjo una sustitución de la ley del padre por la ley del mercado.” [5].
Daniel Rubinsztejn critica esta mirada señalando que el padre “es una función de nominación, de reconocimiento, de un deseo que despierta la vida, que anima e inscribe una filiación, una sucesión” [6] y que una función “no está ligada a la sensibilidad, a los sentidos; ni siquiera al esperma, ni al ADN” [7].  Al respecto de los dichos acerca de la caída del padre sostiene que suponen en cierta manera “pensar que antes, en alguna otra época, el padre (¡Ah!, ¡Padres eran los de antes!), estaba en su lugar y lo ocupaba con firmeza” [8].  Rubinsztejn sin embargo, hace referencia a Las nubes de Aristófanes, una comedia del año 423 a. C., para rescatar que siempre que haya representación de alguna autoridad paterna, emergerá la burla a esa autoridad. [9]
En el Seminario titulado El deseo y su interpretación [10], Lacan enuncia que "no hay Otro del Otro". ¿Qué quiere decir el Otro del Otro? Acaso por una parte, que el lenguaje, obedece a una ley y por otra parte instala al gran Otro como un conjunto de significantes entre los cuales hay el significante del Otro. En una gran parte de su seminario 16, De un Otro al otro, Lacan desarrolla precisamente este último punto en referencia a Bertrand Russell y a las paradojas que pueden derivarse cuando se intenta formar el catálogo de todos los catálogos que no se contienen a sí mismos.  Podríamos decir que por un lado el Nombre del padre, tal como figura al inicio de las enseñanzas de Lacan, se inscribe como sostén de la función simbólica [11]; y por otro lado  encontramos en el nivel de la metáfora paterna la falta de significante que designaría el ser del sujeto y que designaría la ley de este ser. Si situamos la función paterna como una regulación del goce esta será siempre fallida.


Lacan finaliza su clase De los nombres del Padre diciendo "Yo intenté enunciar cómo busco, cómo atrapo esta praxis que es el análisis. Su verdad es inestable, decepcionante, escurridiza. ¿No están en condiciones de comprender que eso obedece a que la praxis del análisis debe avanzar hacia una conquista de lo verdadero por la vía del engaño? Porque la transferencia no es en absoluto otra cosa, la transferencia en lo que no tiene Nombre en el lugar del Otro." [12]
¿Qué es lo que no tiene nombre en el lugar del Otro?, ¿es otro modo de decir que el Nombre del Padre es un engaño? Si lo concebimos como un engaño, es por lo escurridizo, inestable y decepcionante de la verdad. La verdad, en lo que al goce se refiere, es mentirosa.  En dichos de Lacan, “ir lo más lejos en la interrogación del campo del Otro como tal permite percibir su falla" [13]. A la vez es un engaño que orienta; dejarse engañar por lo verdadero es vía y condición para que un análisis avance.


Entonces, cuando en la actualidad se habla de Caída del nombre del Padre, nos podemos preguntar si esa burla a la autoridad que encuentra Rubinsztejn en Las nubes de Aristófanes, no es aunque a modo de ejemplo, una muestra de la falla de la ley, falla necesaria y estructural, presente hoy y desde siempre en la historia de la humanidad.


¿No hay más vía legítima para entrar en la sexualidad?
Si bien la sexualidad puede ser considerada como un fenómeno pluridimensional, que varía de una cultura a otra y según el contexto socio-histórico de cada época, se vuelve muy difícil asociar modos de entender la sexualidad a momentos históricos de la humanidad. Mientras en la antigüedad los egipcios practicaban la poligamia, los esclavos que escapaban de esta civilización recibían el Viejo Testamento que les prohibía dicha práctica; durante el auge del Imperio Greco-Romano que se investía de desenfreno y perversión sexual, surgían corrientes contrarias al hedonismo como la moral estoica, que creía que la felicidad se debía encontrar dentro de uno mismo una vez que se hubiesen dominado las pasiones; el patriarcado reconocía como lícita y socialmente aceptada la relación sexual dentro del matrimonio pero sin rechazar el placer como la forma válida para el hombre fuera del ámbito conyugal al tiempo que la Iglesia decretaba al sexo como un pecado mientras no tuviera fines meramente reproductivos;  entre el siglo XVIII y el actual se dieron diferentes cambios que marcaron el camino hacia la revolución sexual, sin embargo tal como señala Foucault en Historia de la sexualidad, en esta época corrían en los intersticios de la sociedad, perseguidos pero no siempre por las leyes, encerrados pero no siempre en las prisiones, enfermos quizá, pero escandalosas, peligrosas víctimas presas de un mal extraño que también lleva el nombre de vicio y a veces el de delito: Niños demasiado avispados, niñitas precoces, colegiales ambiguos, sirvientes y educadores dudosos, maridos crueles o maniáticos, coleccionistas solitarios, paseantes con impulsos extraños” [14]. La represión político-religiosa de la sexualidad se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX y si bien en la actualidad la intervención de la Iglesia en la sexualidad ha perdido mucho de su aceptación, la medicina ha ocupado su lugar sin prohibirlas pero inventando “toda una patología orgánica, funcional o mental” [15] con las que clasifica aquellas formas de placer que distan de lo que se considera “normal”. (Este breve recorrido histórico se encuentra más detalladamente elaborado en el Anexo del presente trabajo).


A lo largo de toda la historia, se hace evidente la tensión, la puja entre fuerzas que tienden a satisfacer los impulsos sexuales y aquellas que tienden al control de esos impulsos. En El malestar en la cultura Freud señala el antagonismo presente entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura que intenta instaurar unidades sociales cada vez mayores y limita para ello el despliegue y la satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas de los individuos. [16] En nada nos sorprende entonces, que a lo largo de la historia hayan sido renovados los intentos por reprimir lo diferente al orden social instaurado. Represión del placer femenino, de la homosexualidad, del amor libre, del sexo pre-matrimonial, los títulos pueden variar pero el quid de la cuestión se mantiene inalterable. Varía lo que se juzga como modos incorrectos o inmorales de practicar la sexualidad, varía la forma en que se controlan (prohibición, represión, castigo, patologización), varía en nombre de quién se controla (los dioses griegos, la Iglesia, la Ciencia, la medicina, psicología, etc) pero lo que se sostiene invariable es la necesidad de regular todas aquellas sexualidades periféricas a la que figura como aceptada, normal, en cada momento de la historia y en cada cultura.  
Foucault se preguntó: “¿Qué significa la aparición de todas esas sexualidades periféricas? ¿El hecho de que puedan aparecer a plena luz es el signo de que la regla se afloja? ¿O el hecho de que se les preste tanta atención es prueba de un régimen más severo y de la preocupación de tener sobre ellas un control exacto?”


El púber probablemente ha sido un principal foco de atención desde tiempos pasados, en materia de vigilancia y corrección. [17] Foucault sostuvo que fue en primer término en la familia "burguesa" o "aristocrática" donde se problematizó la sexualidad de los niños y adolescentes; fue allí el primer lugar de la psiquiatrización del sexo, para mucho tiempo más adelante extenderse a las capas populares, a propósito de los problemas de natalidad, como instrumento de control político y regulación económica indispensable para la sujeción del proletariado urbano y en nombre del control judicial y médico de las perversiones a fin de proteger a la sociedad. Para el autor, uno de los primeros personajes invadidos por el dispositivo de sexualidad fue “el adolescente que dilapidaba en placeres secretos su futura sustancia”. [18]


La Juventud pagana, una novela de Odon de Horvath, describe con una mirada crítica y profunda a la juventud fascista y nazi de Alemania en tiempos de guerra. Unos de los personajes de esta historia, un sacerdote filósofo le dice a un profesor que sus alumnos “esos condenados” que cuentan con alrededor de catorce años, viven bajo el “signo de Piscis”, que inmoviliza el alma de los jóvenes como las escamas de un pescado. He aquí un extracto del «Diario» de uno de los alumnos:
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— ¿Por qué? –le he preguntado. 
—Porque no quiero –me ha contestado.
Le he dado la seguridad necesaria y me ha dado un beso en la mejilla. 
—Esto no cuenta –le he dicho– Un beso vale solamente cuando se da en la boca. 
Me lo ha dado, pero al mismo tiempo me ha metido la lengua dentro de la boca. Le he dicho que era una cerda para permitirse hacer algo semejante. Ella se ha echado a reír y me ha besado nuevamente. Yo le he dado un empellón. Entonces ha cogido una piedra y me la ha tirado. Si me hubiese dado en la cabeza, me habría matado. Se lo he hecho observar. Me ha contestado que poco le importaba.
—Te habrían ahorcado. 
Ha confesado que descontaba terminar así, un día u otro. De nuevo me ha metido la lengua en la boca. Yo me he enfadado, he cogido una rama de árbol y la he golpeado... sobre el dorso, en las espaldas. Ella se ha caído sin dar un grito. He tenido miedo, creyendo que la había matado, pues no se movía. 
—Si está muerta –pensaba yo– la dejaré ahí y haré como si no supiese nada... Pero debe fingir. He visto muchos muertos, y tienen otro aspecto. Cuando era un niño, vi a un policía y a cuatro obreros yaciendo sin vida. Era en el curso de una huelga.
–Espera, pensaba yo– quiere solamente hacerme miedo... Levanté poco a poco los bajos de su vestido... Ella se estremeció y me atrajo salvajemente sobre su cuerpo... Cerca de nosotros, había un gran hormiguero. Yo le prometí no decir a nadie lo que habíamos hecho. Ella echó a correr y yo olvidé preguntarle cómo se llamaba. >>


«Nos hemos amado» escribe el muchacho en su diario, pero ni él, ni ninguno de los de su edad, saben lo que es el verdadero amor repone el autor de la novela. La Hitlerjugend busca el dolor en el lugar donde debería hallar amor.


Quisiera además introducir un breve relato que se encuentra en la obra El heptamerón escrita por la reina Margarita de Angulema, una colección de 72 novelas breves escritas en el siglo XVI y que se titula “Para encubrir su horror, va de mal en peor”. Un recorte que a mi juicio, revela como el recorte anterior, la preocupación por la sexualidad de los jóvenes.
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Joven apuesto y honesto del siglo xv en el segundo relato;  joven pueril, violento de la segunda guerra mundial en el primero. Ninguno parece poder escapar del sin nombre de la relación sexual, de aquello de la sexualidad que no puede nombrarse. El muchacho nazi olvida preguntar el nombre de la mujer que en su diario íntimo escribe que amó; el noble caballero desconoce que  hubiese entregado el apellido como padre antes que como marido a la doncella con la que se casará. Cuerpos que se tiran con piedras, tienen sexo y luego se echan a correr, no saben lo que es el amor verdadero para el viejo sacerdote filósofo que inventa Odon de Horvath; un chico que tiene sexo por arreglo de su madre (y con su madre) sin saberlo y que escoge a una mujer para casarse a pedido de aquella sin saber que con quien se casará es su propia hija. Los secretos y la cuestión del saber se inmiscuyen en la sexualidad. Cuerpos que parecen muertos en los tiempos de guerra del siglo XX, tragedia familiar en la época de Luis XII, ni el amor ni el sexo parecen escapar a la muerte del sentido.  Deseo maternal ilimitado en el segundo relato; y en el primero: falta de leyes que regulen la violencia, que pacifiquen las relaciones entre los sujetos, en medio de un contexto bélico y desamorado. Un resto de goce escapa a la regulación de la ley.
A pesar de que la joven alemana pide no contarle a nadie del encuentro amoroso y a pesar de los sucesivos esfuerzos de silenciamiento de la sexualidad de la madre viuda, esa sexualidad existe, precoz, activa y permanente [19]; escapa como “agua retenida por la fuerza” cuando se la reprime por mandato divino o por el régimen nazi; y al mismo tiempo un empuje a gozar (de una madre terrible y un gobierno terrible) la conduce, ambigua y descaradamente, a manifestarse salvaje y pueril. [20]


¿Prohibición de goce en el pasado, empuje a gozar en el presente? Esta es la otra pregunta que propongo revisar en este trabajo a través de esta otra: ¿Acaso la ambigüedad entre la prohibición y el empuje a gozar no están presentes en toda la historia de la sexualidad? ¿Acaso esta ambigüedad no hace sino revelar la inadecuación del lenguaje para decir la indeterminación del ser (y del cuerpo sexuado)?
Como fue anticipado con la mención al texto freudiano “El malestar en la cultura”, la entrada en el logos implica una renuncia pulsional y a la vez una búsqueda en la que se repite una y otra vez el intento de recuperar lo que se ha perdido, por medio de aquello mismo que provoca el malestar. El intento de recuperar aquello (que del goce) se ha perdido es imposible y ese es el motor de su incansable búsqueda. El Superyó es la instancia que no cesa de exigir la renuncia (a la pulsión) y a la vez de empujar a lo imposible (renegando que lo es) es decir: ordena gozar. [21]
A decir de Foucault, todos los controles sociales que se desarrollaron a fines del siglo XIX y que filtraban la sexualidad de los adolescentes “peligrosos y en peligro”, emprendiendo la tarea de proteger, separar y prevenir, señalando peligros por todas partes, llamando la atención, exigiendo diagnósticos, amontonando informes, organizando terapéuticas, irradiaron discursos alrededor del sexo, intensificando la consciencia de un peligro incesante que a su vez reactivaba la incitación a hablar de él. ¿Cuál sería el peligro que acarrea la sexualidad adolescente para el orden social? El objetivo de este trabajo dista de poder elaborar todas las aristas de una posible respuesta frente a esta pregunta, pero me interesa señalar solo una que creo nos compete como analistas: Lacan en “El despertar de la primavera” plantea a la pubertad como despertar a lo real. Despertar que alude a la irrupción de un goce éxtimo al cuerpo frente al cual el sujeto no sabe cómo responder. [22] Si pensamos a la pubertad como el inicio de un trayecto en la búsqueda del cuerpo del Otro sexo y del encuentro a la vez de los límites de su propio cuerpo (¿acaso se trate de tener un cuerpo dejando de serlo?), nos encontramos de lleno con la paradoja misma en la que nos sumerge Lacan cuando proclamó que la relación sexual no existe. Quizás esto nos conduzca a pensar en una veta Real del peligro que acarrea la sexualidad adolescente para el orden social y explique los intentos permanentes de construir saberes acerca de ella.


Lo que antes era silenciamiento y prohibición de la sexualidad, ahora es multiplicidad de discursos en torno a ella. Entonces, volvemos a la pregunta: ¿Prohibición de goce en el pasado, empuje a gozar en el presente?  Foucault sostuvo que “Lo importante quizá no resida en el nivel de indulgencia o la cantidad de represión, sino en la forma de poder que se ejerce”.[23] Prohibición y discursos científicos, médicos, psicológicos, psicopedagógicos, entre otros en torno a la sexualidad, son modos diferentes de control, pero son métodos de control social al fin, sea actuando desde el mutismo de lo diferente o desde su patologización.
Al patologizar lo que se hace es construir un saber en relación a los cuerpos para poder controlarlos. J-A Miller en su texto Despertar, ubica al Psicoanálisis en el lugar de inspirar el "duro deseo" de despertar lo que va en contra de la llamada "sabiduría supuesta del cuerpo", que dice al respecto: es “la que siempre engaña”. Cito en este punto a Miller para pensar la posición del analista frente a los distintos saberes que se construyen en torno a la sexualidad del adolescente y frente a la dimensión de engaño de esta sabiduría supuesta de los cuerpos. Engaño que si bien puede ser utilizado como vía de acceso a los cuerpos también conlleva el riesgo de distanciarnos de la “posición ética del analista” y convertirnos en cuidadores o gestores del orden social.
Entonces, ¿podemos aseverar, como varios autores hacen hoy en día, que en la actualidad las relaciones sexuales entre adolescentes ya no están regidas por la autoridad paterna, que el padre ha caído, que su autoridad es impotente, que “no hay más vía legítima para entrar en la sexualidad" [24] En todo caso, si el Nombre del Padre es la vía legítima que posibilita la elección de objeto, si decimos que no hay más vía legítima, ¿estaríamos hablando de forclusión de la inscripción del nombre del padre? ¡¿Acaso ya no quedan más neuróticos en la Tierra?! Si hay neurosis, entonces hay vía legítima a la sexualidad, el Nombre del Padre está inscripto, ¿de qué manera? fallidamente. Lacan sostuvo: “No hay relación sexual”, podríamos decir entonces que hay vía legítima para la relación sexual, pero que no hay relación sexual, entonces lo que la ley paterna habilitaría es más bien a hacer algo con eso que no hay.
Parece que la sensación de ir de mal en peor no solo la sostienen aquellos que hablan así de la sexualidad adolescente actual, también lo hacía la reina  Margarita de Angulema, cuando escoge subtitular así su relato antes mencionado: “Del maravilloso ejemplo de la fragilidad humana, que para encubrir su horror, va de mal en peor”. ¿Acaso los psicoanalistas corremos el riesgo de encubrir el horror de la no complementariedad de los sexos bajo el título de “la caída del padre”, cayendo en un riesgo aún más grande que sería el de generalizar el padecimiento adolescente en torno a su sexualidad?
Por otro lado, además de la dificultad de generalizar cuáles serían los modos de entender la sexualidad en los distintos períodos de la historia, ¿cuál sería el sentido para el psicoanálisis de hacerlo? si bien es importante para la clínica no desentendernos de las determinaciones socio-históricas y políticas de los sujetos, e incluso es sumamente provechoso conocer estas determinaciones en la actualidad y cómo se fueron construyendo a lo largo de la historia, la propuesta que surge de este trabajo es no olvidar que el sujeto de análisis, no de nuestro estudio sino de análisis, es por excelencia el sujeto del inconsciente y el inconsciente es atemporal. Esto no quiere decir que el psicoanalista debe renunciar a su deber civil de promover la salud sexual de los adolescentes tal como se declara en la Ley 25.673; sino que debe evitar velar lo fallido de la sexualidad vía la patologización de los sujetos, la sociedad y la época, con etiquetas como “precocidad de la sexualidad”, “sexo sin amor”, “disyunción entre el sexo y el sentimiento”, “pulverización del padre”, “desfallecimiento del Otro”, etc. La propuesta de este trabajo invita a no perder de vista la singularidad de cada sujeto, su modo singular de hacer con su propia falta. A decir de Lacan, lo que se vive en la pubertad, “el asunto de que es para los muchachos hacer el amor con las muchachas” se malogra, de un modo diferente para cada ser hablante. [25]
«Ahora estoy haciendo el amor contigo. Estoy dentro de ti. Pero, en realidad, no tiene ninguna importancia. Tanto da. No deja de ser un coito. Al poner en contacto nuestros cuerpos imperfectos, no hacemos más que contarnos lo que no podríamos contarnos de otro modo. Y así adquirimos conciencia de nuestras respectivas imperfecciones» (H. Murakami, 2009, p.177 Tokio Blues, Novela).

Referencias y Bibliografía


[2] Lagrange H., Les adolescents, le sexe, l’amour. Itinéraires contrastés, Paris, La découverte / Syros, 1999, cuarta página de tapa.
[3] Lipovetsky G., Le bonheur paradoxal. Essai sur la société d’hyperconsommation, Paris Gallimard, 2006, p. 107.
[4] Cottet S., El sexo débil de los adolescentes: sexo-máquina y mitología del corazón, Traducción Virtualia, revista digital de la EOL. Enero 2008.
[5] López G., Lo que quema del cuerpo en la adolescencia, revista digital de la EOL, Noviembre 2014.
[7] Ibidem
[8] Ibidem
[9] Ibidem
[10] Lacan, Jacques. Le Séminaire Livre VI, Le désir et son interprétation, Editions de La Martiniere, Le Champ freudien, Paris, 2013, p. 353.
[11] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As., 1º edición Paidós, 2008. p. 77
[12] Lacan, Jacques, De los nombres del Padre, Buenos Aires, Paidós.
[13] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As., 1º edición Paidós, 2008. p. 77
[14] Foucault M., Histoire de la sexualité, 1. La volonté de savoir (1976) / Historia de la sexualidad, 1: La voluntad de saber, Siglo XXI, 2005
[15] Ibidem
[16] Freud S., Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XXI - El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura, y otras obras (1927-1931). 2. El malestar en la cultura (1930). Traducción José Luis Etcheverry. Buenos Aires y Madrid: Amorrortu. ISBN 978-950-518-597-9
[17] Foucault M., Histoire de la sexualité, 1. La volonté de savoir (1976) / Historia de la sexualidad, 1: La voluntad de saber, Siglo XXI, 2005
[18] Ibidem
[19] Ibidem
[20] Ödön von Horváth, Juventud sin Dios (Austral, Espasa Calpe, 2000). Juventud Pagana es una traducción más apropiada.
[21] Rubinsztejn D., http://daniel-rubinsztejn.blogspot.com.ar/2011/11/acerca-de-la-satisfaccion.html
[22] Rubinsztejn D., http://daniel-rubinsztejn.blogspot.com.ar/2010/12/cuerpo-en-exceso.html
[23] Foucault M., Histoire de la sexualité, 1. La volonté de savoir (1976) / Historia de la sexualidad, 1: La voluntad de saber, Siglo XXI, 2005
[24] Lagrange H., Les adolescents, le sexe, l’amour. Itinéraires contrastés, Paris, La découverte / Syros, 1999, cuarta página de tapa.
[25]Lacan, J. "El despertar de la primavera", en Intervenciones y textos 2, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1998, p. 110.
- Ödön von Horváth, Juventud sin Dios (Austral, Espasa Calpe, 2000). Juventud Pagana es una traducción más apropiada.
- Margarita de Angulema, “Para encubrir su horror, va de mal en peor”, en  El heptamerón, SXV.





Anexo


El estudio de la historia primitiva nos revela un estado de cosas en que no existían los límites prohibitivos del comercio sexual vigentes en la sociedad occidental actual. La poligamia, la poliandria, el incesto no eran un problema para los primeros Homo sapiens durante el paleolítico, tampoco la edad y el sexo del partenaire, tal como se ha encontrado plasmado en numerosos grabados y dibujos que evidencian los comportamientos sexuales de nuestros ancestros. Las más antiguas de estas obras, con una antigüedad de entre 40.000 y 10.000 años, simbolizan la capacidad reproductora del sexo, como mecanismo para mantener la especie, pero a medida que fue avanzando la última fase del paleolítico, los dibujos dejan de ser escenas descriptivas de procesos fisiológicos para mostrar a hombres y mujeres practicando sexo por placer. [i]
En la Prehistoria, al instalarse el sedentarismo y la propiedad de la tierra, el matrimonio llega a ser una de las maneras más socorridas para aumentar el patrimonio. Es así como el ser humano pasa de la elección de pareja por motivos exclusivamente de atracción erótica, a incorporar por primera vez un elemento reflexivo: el cálculo de conveniencias. Este “amor convenido” predomina en la antigüedad greco-romana y durante toda la Edad Media. La unidad central es la familia patriarcal, cuyo jefe tiene el deber de establecer alianzas de parentesco que mantengan y acrecienten el patrimonio familiar. La pasión erótica deviene en un estado emocional peligroso para elegir y sostener a la pareja. Distintas civilizaciones con distintas costumbres conservan prácticas sexuales ancestrales mientras que otras las tachan de inaceptables e incluso las condenan con fuertes castigos. En la cultura egipcia, por ejemplo la poligamia y el incesto estaban permitidos y se ejercía una prostitución sagrada, asociada a la religión, mientras que con el advenimiento de la civilización judeo-cristiana  el sexo se restringe únicamente a fines de procreación, se califica como impuros el adulterio, la fornicación, la prostitución, la sodomía y la homosexualidad.
Con el surgimiento de la familia patriarcal se generan una serie de dualidades en lo sexual:
  • En el plano social, la esfera privada era restringida al ámbito a la mujer, quedando a su cargo la educación de los hijos y, la esfera pública, quedaba a cargo de los varones
  • Doble estándar: permisividad sexual al varón y represión a la mujer, a quien se le exige la virginidad y serle fiel al marido, sin importar su propio placer
  • Doble imagen de la mujer: la "buena" es la madre dedicada a la casa o la virgen; la "mala" es la mujer pública dedicada al placer (inicios de la disociación amor-sexo)
  • Doble significado de la sexualidad: la reproductiva como la forma lícita y socialmente aceptada dentro el matrimonio; el placer como la forma válida para el hombre fuera del ámbito conyugal
En el siglo V a. C., en Grecia, la construcción de las ciudades y el desarrollo de las actividades artesanales y comerciales condujo a que las personas comenzaran a perder el contacto con la naturaleza y se dedicara más al ocio y al arte. Al mismo tiempo, la sexualidad va perdiendo su sentido profundo y se empiezan a realizar orgías que suponían, simplemente, una liberación de índole personal. Se sustituyó el culto de Afrodita por el de Dionisos o Baco, dios de la sexualidad y del vino; pero, al mismo tiempo, crearon al dios Apolo, que se caracterizaba por su sabiduría y por su tendencia a la moderación de los instintos; con ello, se intentaba lograr un equilibrio entre ambos extremos. Dichas orgías dedicadas a Baco fueron, en un inicio, verdaderos rituales del amor en que se rogaba por la fertilidad, de la mujer y de la tierra. No obstante, con el correr del tiempo esta creencia perdió su base religiosa y se fueron transformando en excesos de índole hedonista. Sin embargo, entre los múltiples aporte de la cultura grecolatina se incluye los primeros atisbos de educación sexual, formando a los niños en el conocimiento de las funciones sexuales. Reconocían la importancia de desarrollar una sexualidad plena y procuraban exaltar el erotismo. Como parte de esta apertura general, los griegos eran permisivos ante ciertas conductas homosexuales masculinas entre adultos y adolescentes púberes, pero siempre dentro de un contexto educativo, en el cual el adulto tenía la función de formar intelectual y éticamente a sus pupilos (paidegogous). Por otra parte, los romanos adoptaron gozosamente esta práctica para excitar sus rutinarios placeres. No obstante, se desaprobaba la homosexualidad y los contactos sexuales si éstos eran de carácter exclusivo entre hombres adultos; así como actos homosexuales con muchachos impúberes, situación que era penada por la ley. En Roma, con la corrupción de la clase dirigente, el desgaste social y las guerras coloniales a las que debía hacer frente el Imperio para mantener unidos a pueblos tan diversos, se va generando una ansiosa necesidad de disfrutar de variados placeres. Dicho hedonismo grecorromano ha sido asociado a la relativa aceptación de la homosexualidad, la bisexualidad y el aborto. En este nuevo contexto socio-económico, la unidad familiar se rompe y el panorama cambia por completo. La mujer se desentiende de los hijos, cuya educación es confiada a una sirvienta o a un esclavo; se extiende el aborto como método anticonceptivo y se recurre al sexo y a la lujuria para la realización personal, tanto masculina como femenina, pasando a ser la obtención del placer el valor supremo al que se sometía todo lo demás. El adulterio (preconizado por Ovidio en "El arte de amar") y el divorcio eran aceptados y practicados en numerosos casos.
Aunque el imaginario de desenfreno y perversión sexual con que se identifica a griegos y romanos resultan exagerados, efectivamente hubo excesos y avidez sexual en la última etapa del Imperio Romano, lo cual – a modo de contrapeso – llevó al surgimiento, en plena época imperial, de una corriente contraria, encabezada por filósofos estoicos y neoplatónicos. Con la cultura helenística habían arribado ideas orientales sobre el espíritu y la vida después de la muerte, trayendo como consecuencia una ansiosa preocupación por el comportamiento humano en la tierra, con lo cual el ascetismo cobró fuerza. Por su parte, los estoicos creían que la finalidad de la vida era alcanzar la serenidad espiritual y que la felicidad se debía encontrar dentro de uno mismo, una vez que se hubiesen dominado las pasiones, las que consideraban disposiciones del alma y no fuerzas extrañas. La virtud se lograba mediante la prudencia, la justicia, la templanza, el valor, la disciplina sobre uno mismo y el cumplimiento de los deberes.
En la polarización producida entre hedonismo y ascetismo, el Cristianismo encontró una tierra fértil para desarrollarse. La introducción de la moral estoica, condujo a varios pensadores y gobernantes a condenar varias prácticas sexuales de la época. Tras las invasiones bárbaras y el declive económico y territorial sufrido por los romanos, triunfa definitivamente el Cristianismo, imponiendo una ética sexual con ideas muy restrictivas en materia sexual, la cual tuvo significativos efectos y consecuencias sobre la sexualidad durante siglos.
Cuando el Cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano, se fue convirtiendo en una fuerza política y represiva; asumiendo la Iglesia la jurisdicción sobre el matrimonio, dejando éste de ser un asunto civil; y, pasa a dictar normas para la conducta sexual, basándose en la concepción del sexo como pecado. A diferencia del judaísmo, el cual no distinguía entre el amor físico y el amor espiritual, la doctrina cristiana se encaminó a continuar los pasos de las pautas griegas, planteando – por un lado - el eros o “amor carnal” y - por otro lado – el ágape o “amor espiritual”, no material. Se repudiaron los placeres mundanos y se fomentó el goce puramente espiritual. San Pablo, había propuesto el celibato y la abstinencia como ideales; pero, como reconocía que la mayoría no podía lograrlos, propuso el matrimonio como forma de legitimar la pasión y la lujuria. San Agustín, el denominado padre de la Iglesia Católica, fue quien transformó a la psicología de ser el estudio de la conducta del individuo al estudio de las fuerzas o de los procesos intangibles de la conciencia. Libertino durante su juventud, posteriormente renegó de su pasado, llegó a considerar el sexo como algo deleznable, infernal, una podredumbre o pus. La renuncia al placer y el sacrificio deberían ser obligatorios. Describía al acto sexual “como un fenómeno que se apodera completamente de uno, haciéndole perder el control, provocando sacudidas violentas que no corresponden al control de la voluntad”.
En otras latitudes y en otras religiones, tal como en el Antiguo Oriente, el Islam y el hinduismo, la actitud y los criterios que regían la sexualidad eran mucho más positivos que en Occidente. En Oriente, la sociedad buscaba el conocimiento y el desarrollo de las funciones sexuales. “En la sociedad hindú existía un segmento que aprobaba casi todos los comportamientos de índole sexual. En China, el sexo no era un hecho que inspirase temor, ni se conceptuaba como pecaminoso; antes bien, se estimaba como un acto de culto y veneración, e incluso como la senda que conducía a la inmortalidad” (Bullough). Esto no quiere decir que en estas culturas el desarrollo de la sexualidad triunfara. Las conveniencias políticas y las concepciones machistas mantenían gran número de costumbres atroces y represivas contra las mujeres y su sexualidad y las clases más humildes. 
En Occidente, la represión político-religiosa de la sexualidad y sus manifestaciones se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Sin embargo, entre el siglo XVIII y el actual se dieron diferentes cambios que marcaron el camino hacia la Revolución sexual. [ii]
La Revolución sexual hace referencia al profundo y generalizado cambio ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX en numerosos países del mundo occidental desafiando los códigos tradicionales relacionados con la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano y las relaciones sexuales. La liberación sexual tuvo su inicio en la década de 1950 y su máximo desarrollo entre 1960 y 1980, aunque sus consecuencias y extensión siguen vigentes y en pleno desarrollo, siendo que varios de los cambios que han tenido lugar durante este período se han convertido con el paso de los años en normas aceptadas, legítimas y legales en el comportamiento sexual. Muchos autores identifican la Revolución sexual con la igualdad entre los sexos, el feminismo, el reconocimiento y normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad, parejas de hecho, el retraso en la edad de contraer matrimonio, aparición de hijos fuera del matrimonio y aparición de nuevos tipos de familias (monoparentales y homoparentales) [iii] y coinciden en que ha sido posible gracias a la difusión y uso generalizado de métodos anticonceptivos (píldora anticonceptiva, DIU,  preservativoanticoncepción de emergencia) así como de la legalización, en numerosos países, de plazos para la práctica del aborto a petición libre de la mujer. [iii]
Entre los antecedentes más antiguos de la revolución sexual se encuentran distintas corrientes filosóficas y artísticas que planteaban varias reformas relacionadas con la libertad y la advocación de la naturalidad del comportamiento sexual humano, como el Renacimiento, la Ilustración, el arte Rococó, y el Romanticismo, corrientes que se vieron ligeramente marginadas en la predominancia de la moral victoriana, entre los años 1830 y los años 1900, y la moral eduardiana entre los años 1900 y los años 1920. La educación sexual era un completo tabú en la sociedad victoriana, lo que derivaría en los principios lógicos de la escuela Freudiana sobre la sexualidad infantil y su desarrollo. Las mujeres de clase media no tenían ningún tipo de información sobre las relaciones sexuales hasta que las experimentaban en su noche de bodas con su pareja, con resultados traumáticos en algunas ocasiones. Pero paralelamente a la cultura de recato, la prudencia y la etiqueta social en el reinado de Victoria I, se desarrollaron distintos comportamientos sociales en relación con la sexualidad que contradecían la moral de las clases socio-económicas altas. La prostitución se convierte en un amplio mercado oculto a la corona, convirtiéndose en una actividad económica muy frecuente en concentraciones urbanas. La cantidad de burdeles en las ciudades era extensa, normalmente operando de manera clandestina para ofrecer servicios sexuales, orgías, espectáculos de tipo altamente erótico, relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y abuso sexual infantil. [iv]
Derivado de las posturas de Freud en la psicología de la sexualidad, los psicólogos anarquistas de la escuela freudiana Otto Gross y Wilhelm Reich (quien acuñó el término Revolución sexual), desarrollaron la sociología del sexo a partir de la filosofía freudiana. [v] Algunos de los antecedentes de la revolución sexual en la cultura occidental pueden encontrarse a finales del siglo XIX y segunda mitad del siglo XX con la propagación del pensamiento anarquista que despreciaba el recato social y rechazaba el matrimonio. Movimientos políticos como el marxismo, el socialismo, el anarquismo y el feminismo criticaban la sociedad existente y sus instituciones como el matrimonio y la familia, proponen la toma de conciencia social e individual de la procreación limitada de las clases pobres (proletariado), la separación entre sexualidad y reproducción, la defensa de la maternidad libre, la liberación femenina y la libertad sexual, etc.[vi]
En los años de la Guerra de Vietnam y el movimiento hippie, el Amor Libre surge como una cultura relacionada con el anarquismo y la libertad sexual, caracterizada por ser una corriente contracultural que rechazaba los parámetros de la sexualidad tradicional. La "sexualidad alternativa" llegó a representar la filosofía de algunos movimientos juveniles como en el año de 1967 en el Verano del Amor con el slogan Make love, not war. Los nuevos parámetros sexuales del movimiento hippie de la década de 1960 llevaron a diversas filosofías y prácticas sexuales que involucraban el sexo premarital, el sexo espiritual y el poliamor, prácticas consideradas producto de la promiscuidad de la generación juvenil.[vii]
Ante las rivalidades y tensiones entre el bloques económicos, el terror nuclear y el inicio de la Guerra Fría, se asimiló que toda conducta socialista representaba un problema político para la estructura política del capitalismo, asegurando que el fundamento principal de dicha conducta era debilitar el sistema. La cultura beatnik, la contracultura hippie, el movimiento feminista perteneciente a la segunda ola, los movimientos estudiantiles en los 60's y el naciente movimiento de liberación LGBT, fueron sometidos a persecución política entre los años 1950 y los años 1960. [vii]
En los años 1980, con la proliferación del SIDA, la conducta sexual del movimiento del amor libre en la década de 1960 cesó, pero dejó diversas reformas sociales que impactaron en distintos aspectos legales. Algunas de las reformas traídas por la revolución sexual del amor libre fueron la libertad sexual, la legislación sobre el aborto, el control de la natalidad, la homosexualidad y el transgénero. En otros aspectos relacionados con las nociones convencionales del rol de género, la virginidad y la castidad dejaron de representar un componente del ideal de feminidad. [ix]
En cuanto a la década de los 90, la sexualización de los contenidos televisivos toma gran popularidad, se vuelven un elemento común las representaciones de las relaciones sexuales con secuencias eróticas o "escenas de cama" y se comienza a explotar la homosexualidad como tema complementario en las series de televisión. [x]

Laila Robbiano
Contacto: lailarobbiano@gmail.com / 1566578688

Referencias y bibliografía (ANEXO)
[i] Marcos García, coordinador de las cuevas prehistóricas de Cantabria y junto a Javier Angulo, coautor del libro Sexo en piedra (Ed. Luzán, 2005)
[ii] Godoy, Alejandra, “El sexo en las civilizaciones de la Antigüedad”, 2010, Argentina. Fuente: http://alejandrayantoniogodoy.bligoo.cl/content/view/784940/El-sexo-en-las-Civilizaciones-de-la-Antiguedad.html
Mario Margulis, «Juventud, cultura, sexualidad: la dimensión cultural en la afectividad y la sexualidad de los jóvenes de Buenos Aires», apartado en La revolución sexual de los años 60 y sus efectos, Biblos, 2003, ISBN 950-786-365-6, pág. 38
[iii]Osborne, Raquel. «¿Tuvimos las mujeres una revolución sexual?», en La construcción sexual de la realidad, Cátedra, 1993, ISBN 84-376-1213-6, pag 191
[iv] de la Llana, Cristina. «La era victoriana: puritanismo y doble moral.» Artículo en Inmagazine; consultado 15 de diciembre de 2012
[v]Robert H. V. Ollendorff (1969).Wilhelm Reich and the Sexual Revolution (en inglés). Freedom Press.
Stone, Skip. Sex, Love and Hippies Artículo en Hipplanet; consultado 16 de diciembre de 2012
[vii] Books, LLC (2010). Free Love: Anarchism and Free Love, Casual Sex, Free Love Advocates, Polyamory, Sex Positivism, Hippie, Bertrand Russell, Robert A. Heinlein, Hugh Hefner, Jean-Paul Sartre, William Blake, Sexual Revolution, Alfred Kinsey, Abbie Hoffman (en inglés). Books, LLC.ISBN 115672001X.
[viii] Before Stonewall: The Making of a Gay and Lesbian Community (1984), documental dirigido por Greta Schiller; First Run Features
[ix] idem ix.
[x]Ron Becker (2006). Gay TV and Straight America (en inglés). Rutgers University Press. ISBN 0813539323.

Monografía presentada en el marco del Curso de postgrado "Elaboraciones Psicoanalíticas sobre la Adolescencia" - Octubre 2015